Lo que la antropología puede aportar durante una pandemia

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por JEAN SEGATA

Brote, epidemia y pandemia son términos técnicos de la epidemiología. Se utilizan para la clasificación temporal, geográfica y cuantitativa de enfermedades infecciosas. Estos términos son fundamentales para establecer la vigilancia y el control, definiendo niveles de atención y protocolos de acción. En el caso de Covid-19, por ejemplo, cuando varias personas en Wuhan mostraron síntomas de una infección respiratoria grave y desconocida en un corto período de tiempo, las autoridades chinas hicieron sonar la alarma y advirtieron sobre el comienzo de un brote. La presencia de una nueva variedad del virus tipo Corona se identificó rápidamente. Poco después, también aparecieron casos similares en otras ciudades y regiones de China y en el extranjero. Fue el comienzo de una epidemia. El número de la enfermedad continuó aumentando en más países y continentes que cubren casi todo el mundo. Entonces, la OMS declaró lo que se considera el peor de los casos, la pandemia. Pero, ¿cómo puede actuar la antropología en eventos descritos a escala global? ¿Qué tan importante es la antropología en este tipo de escenarios?

Primero, necesitamos diferenciar entre focos cuantitativos y cualitativos. Los antropólogos sociales suelen estar capacitados en métodos cualitativos. Por lo tanto, para los antropólogos, los números, los casos, las estadísticas o la frecuencia tienen rostros, trayectorias incorporadas y biografías. La investigación antropológica implica compartir experiencias y representar entornos únicos. Entonces, las pandemias no son solo métricas. Deben considerarse desde una perspectiva de vidas y sensibilidades determinadas. Las pandemias también son experiencias encarnadas. Y cada experiencia cuenta. Cada experiencia hace historia. Y, como antropólogos, seguimos estas historias y aprendemos de ellas.

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En segundo lugar, debemos tener en cuenta que los eventos globales siempre se realizan desde y en contextos locales. Se realizan desde y en materialidades y prácticas locales. Como Anna Tsing ya demostró en su libro Friction, la conversión de datos locales en escalas globales es una forma de fingir universalidad. A pesar de tener éxito, la experiencia china con Covid-19 es única. Las prácticas chinas de contención y mitigación no pueden usarse simplemente como parámetros globales sin algunas críticas. Estoy pensando no solo en las características locales de ciertas poblaciones (jóvenes o mayores, ricas o pobres, etc.) y sus formas de vida, como los hábitos alimenticios y de fumar, el ejercicio físico, sino también en las rutinas de trabajo, incluida la creciente precariedad. También me refiero aquí a situaciones ambientales, como la exposición diaria a la contaminación y los efectos locales del cambio climático. Además, estoy pensando en derechos fundamentales como el acceso a la información y la salud básica, y las fuentes de agua y alimentos seguros. La creación de grupos de riesgo universales como «los ancianos» debe tener en cuenta lo que es vivir en diferentes lugares y las políticas de edad y jubilación en diferentes contextos. Decir que los niños corren menos riesgo es ignorar a muchos (todavía) desnutridos en países de bajos ingresos. Incluso una sugerencia trivial como «el agua y el jabón salvan vidas» debe ubicarse ya que en numerosas comunidades brasileñas, por ejemplo, los grifos están crónicamente secos y el jabón es un artículo de lujo. Además, practicar el aislamiento social en el hogar implica tener un hogar y tener suficientes habitaciones separadas para sus residentes. Y, como la antropóloga Debora Diniz ya advirtió, «el hogar» no siempre es un lugar seguro para la cuarentena, especialmente para las mujeres en tiempos de altas tasas de violencia doméstica y feminicidio. Mucha gente ha estado diciendo que el virus es democrático. Ataca a todas las personas. Pero esta «democracia viral» esconde estructuras sociales profundamente desiguales.

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Finalmente, debemos considerar que la internacionalización de la ciencia en el campo de la salud se ha convertido en una forma común de cruzar muchas fronteras. La suposición de la universalidad de los virus, bacterias y vectores ha permitido la colonización de la salud local y el conocimiento de las enfermedades. Desde entonces, cuando una enfermedad como el Covid-19 se propaga, toma modelos, técnicas y pautas de un lugar a otro. Además, transpone métricas, estadísticas y acciones locales, y esto puede causar innumerables errores. Los números pueden ser universales, pero los fenómenos que intentan representar no lo son. Actualmente, Covid-19 es una enfermedad a escala mundial, pero no es un fenómeno universal. La investigación antropológica es esencial para ponerla en contexto.

Fuente: Smatosphere/ Traducción: Maggie Tarlo

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