por KATRINA GULLIVER
El significado de cuerpo bronceado ha evolucionado en Occidente a lo largo de tres siglos. Como explican los estudiosos Phillip Vannini y Aaron M. McCright, en el siglo XVIII, “la piel bronceada connotaba orígenes de clase humilde, ya que la mayoría de los trabajadores y agricultores no calificados se bronceaban por la exposición prolongada al sol durante la jornada laboral”.
Hoy, sin embargo, nos bombardean con anuncios de vacaciones y trajes de baño que presentan cuerpos bronceados como algo aspiracional: saludable, atractivo y rico.
Fue en el siglo XX cuando el significado de piel bronceada cambió. La moda del bronceado aumentó con la popularidad del ocio al aire libre, especialmente entre las mujeres. Después de la década de 1920, la piel bronceada del verano simbolizaba riqueza más que trabajo de campo: alguien con la libertad de jugar tenis o ir a la playa. El bronceado se convirtió en un imperativo de la moda, especialmente después de que Coco Chanel declarara: “La chica de 1929 debe estar bronceada. ¡Un bronceado dorado es índice de elegancia!”
El deseo de broncearse y permanecer bronceado durante todo el año llevó a la apertura del primer salón de bronceado en los Estados Unidos en 1978. Pronto se convirtieron en un elemento básico de los centros comerciales de todo el mundo. Vannini y McCright entrevistaron a clientes de salones de bronceado para comprender sus opciones. En su valoración, el cuerpo bronceado es un objeto con poder semiótico en la sociedad contemporánea, y querían ver cómo lo interpretaban quienes buscaban el bronceado artificial.
Encontraron que “la piel blanca y bronceada puede connotar que su poseedor es una persona sana, relativamente acomodada, sociable, en buena forma física y atractiva, por ejemplo, y debido a que el valor de este objeto potencia, mejora o dota la apariencia de un cuerpo encarnado, podemos decir esa piel bronceada tiene no sólo un significado simbólico sino también un poder semiótico”.
Algunos clientes de salones (a los que se hace referencia como “tanoréxicos” o “tanoadictos”) se apegan tanto al significado de su bronceado, o a la experiencia del bronceado, que visitan las camas UV a diario. Relataron que el bronceado los hacía parecer más jóvenes, más vibrantes y que se sentían mejor consigo mismos durante el tiempo que pasaban bajo la lámpara.
Vannini y McCright observaron que el bronceado tiene diferentes significados interculturalmente: si bien sus sujetos eran en su mayoría estadounidenses blancos, entre las personas de color en los Estados Unidos, “la tendencia histórica más prevalente ha sido que las personas de color ‘blanqueen’ o decoloren su piel”. En Asia, la palidez se considera más deseable y los productos para aclarar la piel son una parte importante de la industria de la belleza.
El poder de seducción de un cuerpo bronceado opera en tensión con la conciencia del cáncer de piel y los peligros del bronceado. Los entusiastas sujetos de bronceado de Vannini y McCright restaron importancia al impacto en la salud, pero claramente eran conscientes de los peligros y en ocasiones ofrecieron estrategias que hicieron que el uso de su cama de bronceado fuera “seguro”.
El hecho de que décadas después de que se comprendieran los peligros del bronceado para la salud, la estética de la piel bronceada siga siendo parte de nuestro imaginario de salud y éxito, muestra la influencia cultural de este poder semiótico. En lugar de abandonarlo, buscamos nuevas formas de lograrlo. En lugar de camas ultravioleta utilizamos, por ejemplo, cremas y sprays bronceadores. Y el British Medical Journal incluso informa sobre el uso de drogas sin licencia inyectadas para inducir el bronceado.
A pesar de sus peligrosas desventajas, un brillo dorado sigue estando de moda.
Fuente: Jstor/ Traducción: Maggie Tarlo