por LINUS OWENS – Middlebury College
Se supone que Halloween es divertido, una noche para disfrazarse y celebrar públicamente con amigos y extraños. Su pasado tradicional como festividad de los muertos perdura principalmente en decoraciones espeluznantes y películas de terror.
Pero el horror de Halloween se volvió demasiado real en 2022 cuando una repentina estampida arrasó a la multitud que celebraba las festividades en el moderno barrio de Itaewon en Seúl, Corea del Sur, dejando más de ciento cincuenta personas muertas y casi la misma cantidad de heridos.
Prácticamente inexistente en Corea hace una década, la popularidad de Halloween creció en los últimos años. En Itaewon, la festividad reúne a una gran población nacida en el extranjero con locales jóvenes, educados y con conocimientos culturales, muchos de los cuales pasaron tiempo en el exterior. En lugar de ser una fiesta para niños, Halloween en Corea lo celebran principalmente los adultos jóvenes, que lo disfrutan como una noche en la ciudad.
Como académico que investiga Halloween y adultos jóvenes, no me sorprende la popularidad de la festividad en Corea. En un mundo globalizado, impulsado por las redes sociales, las fiestas cruzan fronteras y a veces terminan en lugares muy improbables.
Cruzando fronteras
Halloween tiene una larga historia de trotamundos. A pesar de que la festividad se considera estadounidense, sus verdaderos orígenes se remontan al festival celta de Samhain. Cuando los inmigrantes irlandeses llevaron Halloween a Estados Unidos a mediados del siglo XIX, muchos de sus nuevos vecinos inicialmente vieron la mezcla de rituales antiguos y prácticas católicas como “antiestadounidense”.
Sin embargo, con el tiempo, Halloween ganó aceptación y se convirtió en una tradición popular estadounidense. Pero la festividad perdió gran parte de su significado religioso y sobrenatural al volverse apetecible para una población más amplia. Los disfraces producidos en masa reemplazaron a los simples hechos en casa, y la gama de opciones aumentó desde fantasmas y duendes hasta incluir personajes de películas y televisión.
Esta versión comercializada de la festividad siguió expandiéndose por el resto del mundo. En Corea y Japón, se adoptó con mayor entusiasmo por los adultos jóvenes. Halloween llegó a Japón a través de la cultura pop estadounidense a finales del siglo XX y su popularidad se ha disparado en los últimos años. Halloween, que no es una festividad religiosa ni una celebración infantil, en Japón es una época para que los adultos se vistan con disfraces creativos y vayan a fiestas. Ahora es la segunda festividad de mayor consumo en Japón después de Navidad.
A pesar de que los cristianos son sólo una pequeña minoría en Japón, la Navidad prospera como una festividad enteramente secular, sin pesebres, pero simbolizada por renos, muñecos de nieve y árboles de Navidad. Al igual que Halloween, la Navidad llegó a Japón a través de los medios de comunicación y las corporaciones multinacionales que buscaban sacar provecho de los gastos navideños.
Viajes y transformación
A primera vista, esto puede parecer un ejemplo perfecto de globalización: del comercialismo occidental que encuentra nuevas audiencias para tradiciones significativas. Una mirada más cercana revela un panorama más complejo.
La comercialización arranca las fiestas de sus raíces, permitiéndoles viajar por todo el mundo. Sin embargo, cuando aterrizan, los lugareños las transforman en algo que les funciona. La globalización se enfrenta a la localización, un proceso que los investigadores llaman “glocalización”.
Cualquiera que sea su origen, la Navidad en Japón es claramente japonesa. Complementa las celebraciones tradicionales de entrega de regalos en diciembre, además de aprovechar las normas culturales existentes sobre cómo envolver y presentar los regalos. Además, los japoneses han creado sus propias tradiciones relacionadas con la festividad. La celebran con elaboradas y caras tartas navideñas. Para ellos, la Navidad se parece más al Día de San Valentín, y se centra en el romance más que en la familia, como ocurre en Occidente. Además, la celebran el día 24. Al día siguiente, los japoneses ya están guardando sus decoraciones.
El Halloween japonés también tiene sus propias características únicas. Por ejemplo, los trajes japoneses se basan en las tradiciones culturales locales, tanto el folclore tradicional como el cosplay de la cultura pop contemporánea.
Las fiestas globales no siempre son bienvenidas en nuevos contextos. Aunque muchos en Occidente ahora ven la Navidad y el Día de San Valentín como días festivos totalmente secularizados y comerciales, sus vínculos históricos con el cristianismo pueden provocar una fuerte resistencia de grupos religiosos en países fuera de Estados Unidos. En India, los conservadores hindúes se han opuesto a la celebración de la Navidad.
En Pakistán, los grupos religiosos han rechazado las celebraciones del Día de San Valentín. Algunos también lo han rechazado por la burda mercantilización del amor.
Intercambios culturales
Cada vez más, la cultura global fluye en múltiples direcciones. La misma noche que los coreanos se disfrazaron como estadounidenses para Halloween, muchos estadounidenses se disfrazaron de sus personajes favoritos del exitoso programa “Squid Game”, un programa coreano que ha ganado gran popularidad en Estados Unidos.
A menudo, las fiestas transcurren mejor cuando se reducen a expresiones principalmente comerciales, libres de creencias religiosas y contexto nacional. Después de todo, no es necesario creer en fantasmas para disfrazarse de Halloween, ni en Jesús para comprar un regalo de Navidad.
Fuente: The Conversation/ Traducción: Alina Klingsmen