
por ASHLEY GARDINI
Çatalhöyük es un icono de la arquitectura neolítica. Este asentamiento, situado en el centro de Turquía, ha sido estudiado durante mucho tiempo para ayudarnos a entender la transición que hicieron los humanos desde el estilo de vida de cazadores-recolectores a uno más sedentario que dependía de la agricultura y la domesticación de animales.
Çatalhöyük es importante porque “algunos académicos la consideran la primera ciudad del mundo y los historiadores del arte reconocen que sus murales son únicos en la historia mundial”, escriben los arqueólogos Orrin C. Shane, III y Mine Küçük. Su singularidad también proviene de su diseño urbano. En su apogeo, el asentamiento, que albergó a unas 8000 personas, estaba dividido en viviendas familiares que compartían paredes con la residencia vecina. El material de construcción principal era adobe pintado con yeso. Las casas estaban agrupadas, sin calles que las separaran. Para moverse de un espacio a otro, los residentes caminaban sobre los tejados, que también es donde estaban las entradas a sus casas. Utilizaban escaleras para entrar y salir de sus casas. Al descender a la casa, los visitantes podían ver habitaciones modestas pero inmaculadas que estaban decoradas con pinturas y esculturas.
La arquitectura y los objetos encontrados en Çatalhöyük nos dan una idea de la vida de los pueblos neolíticos que construyeron y vivieron en la ciudad. A lo largo de las décadas de estudio del sitio, nuestra comprensión de sus residentes ha evolucionado con la acumulación de nuevos hallazgos descubiertos por los arqueólogos. La excavación en el sitio comenzó a fines de la década de 1950 bajo la guía del arqueólogo británico-holandés James Mellaart. Sin embargo, las interpretaciones de Mellaart de la evidencia arqueológica han sido cuestionadas desde entonces, ya que su estudio de Çatalhöyük estuvo influenciado por su educación europea tradicional que incluía suposiciones sobre culturas antiguas que ya no se harían hoy.
Una de estas hipótesis, formulada por Mellaart tras el descubrimiento de esculturas y pinturas que representaban mujeres desnudas y voluptuosas, fue la de que Çatalhöyük era el hogar de una sociedad matriarcal que adoraba a una “diosa madre”. Esta teoría cobró fuerza en la década de 1970, en el auge del movimiento feminista. La arqueóloga y antropóloga Marija Gimbutas incluyó la teoría en su libro Gods and Goddesses of Old Europe de 1974. En un artículo de 1978 para Feminist Studies, la historiadora Anne Barstow explica que Mellart sostenía que la religión de la ciudad se originó en las mujeres. Como afirmó, “al realizar o controlar muchas de las tareas económicas, las mujeres ganaron autoridad en la comunidad y se convirtieron en predominantes en la clase sacerdotal. A partir de esta base crearon la religión de la comunidad, una religión dedicada a la conservación de la vida en todas sus formas, dedicada a los misterios del nacimiento y la nutrición y la vida después de la muerte”.
El arqueólogo Ian Hodder ha rechazado con mucha reflexión la teoría de la “diosa madre”. Hodder, que ahora es profesor emérito de la familia Dunlevie en la Universidad de Stanford, dirigió un proyecto de investigación de veinticinco años en Çatalhöyük que comenzó en 1993. En su artículo “Mujeres y hombres en Çatalhöyük”, Hodder señala una amplia investigación que muestra diferencias demostrables muy limitadas entre las vidas de las mujeres y los hombres en el asentamiento neolítico. Esto contradice la hipótesis de que Çatalhöyük era una sociedad matriarcal con una clase sacerdotisa, ya que eso debería dar lugar a pruebas materiales de diferencias en la calidad de vida.
Basándose en investigaciones más recientes, propone que “no estamos presenciando un patriarcado o un matriarcado. Lo que estamos viendo es quizás más interesante: una sociedad en la que, en muchas áreas, la cuestión de si eras hombre o mujer no determinaba la vida que podías llevar”.
Shane y Küçük también se oponen a la teoría de Mellaart, explicando que las habitaciones que él “denominó santuarios (edificios con murales, relieves de yeso y esculturas) son numerosas y se encuentran por todo el túmulo, lo que demuestra que no hay evidencia de una élite ritual concentrada en un ‘barrio sacerdotal’, como él sugirió”.
Si bien el legado de Mellaart en Çatalhöyük sigue vivo en los debates de investigación, su propio impacto en el sitio fue más controvertido. Después de publicar dibujos de antigüedades de la cultura Yortan que nunca habían sido registrados ante el gobierno turco, fue acusado de contrabando a principios de la década de 1960 en un incidente que se conoció como “el asunto Dorak”. Proclamó su inocencia por el resto de su vida, pero el gobierno turco primero le prohibió trabajar en Çatalhöyük y luego le prohibió entrar al país.
Afortunadamente, a pesar de algunos momentos difíciles en las primeras exploraciones del sitio, la investigación continua en Çatalhöyük está ayudando a mejorar nuestra comprensión de los pueblos que vivieron hace milenios.
Fuente: Jstor/ Traducción: Maggie Tarlo