Un famoso antropólogo forense

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por KAT ESCHNER

Aunque la antropología forense existe de una forma u otra desde el año 1200, no fue sino hasta los desarrollos científicos de los siglos XIX y XX que realmente se hizo realidad. «Aunque hubo asesinatos espeluznantes famosos del siglo XIX resueltos mediante el examen de huesos y fragmentos de cuerpos, no fue hasta la década de 1930 que se reconoció formalmente la relación entre la antropología y la policía», escriben en el sitio de PBS, la televisión pública de Estados Unidos. En esa década, el 7 de agosto de 1937 para ser exactos, nació William Ross Maples. Su carrera posterior como antropólogo forense ayudó a destacar este campo, al colaborar en traer justicia y paz a las familias, así como a aclarar algunos crímenes históricos de alto perfil.

Maples estuvo involucrado en más de 1200 casos de antropología forense durante su carrera, según el Centro Maples de Medicina Forense de la Universidad de Florida. Debido a que era un experto en el análisis de material óseo humano, trabajó en varios casos que tenían valor histórico; por ejemplo, dirigió el equipo que identificó los restos de la familia Romanov y el zar Nicolás II. Trabajó en los restos del conquistador español Francisco Pizarro. Pero también trabajó en casos que tenían importancia contemporánea, especialmente el caso sin resolver del asesinato del líder de los derechos civiles Medgar Evers. Estos son algunos de los casos en los que el toque de Maples fue de utilidad:

La familia Romanov

Maples había estado interesado en el destino de los Romanov desde que era niño, escribe el autor Robert K. Massier. En 1992, Maples y un equipo de colegas, entre ellos Michael Baden, el patólogo forense que lideraría la investigación de Medgar Evers, se dirigieron a Rusia para examinar unos restos que habían sido descubiertos allí. El equipo confirmó que los restos eran de los Romanov, menos la hija, Anastasia, y el heredero Alexei. Las pruebas de ADN confirmaron más tarde su trabajo.

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Zachary Taylor

El ex presidente de los Estados Unidos murió en julio de 1850. Fue exhumado ciento cuarenta años después en un intento de disipar los rumores de que fue asesinado por su postura sobre la esclavitud. Taylor había muerto repentinamente, lo que llevó a algunos, incluida la profesora de humanidades Clara Rising, a especular que había sido envenenado. “Inmediatamente después de su muerte, todo contra lo que había peleado salió a la luz y fue aprobado por ambas cámaras del Congreso”, dijo cuando su cuerpo fue exhumado, según Michael Marriott para The New York Times. Maples trabajó con el forense Richard Greathouse para examinar el cuerpo y concluyó que Taylor no fue envenenado. Su causa de muerte fue catalogada como gastroenteritis.

Taylor fue el primer presidente cuyos restos fueron examinados, aunque no el primero en ser exhumado. El ataúd de JFK fue exhumado y trasladado de un lugar de enterramiento a otro en la década de 1960. Aunque hubo una reacción negativa a la exhumación de Taylor, Maples dijo que era importante realizar pruebas de arsénico y acabar con los rumores. “Si existe la posibilidad, aunque sea remota, de que uno de nuestros presidentes haya sido asesinado, es algo que habría cambiado la historia”, dijo.

Medgar Evers

Maples formó parte del equipo que examinó los restos del líder de derechos civiles Medgar Evers, quien fue asesinado en 1963. La evidencia forense del cuerpo de Evers se usó para asegurar finalmente una condena contra el supremacista blanco Byron De La Beckwith por dispararle a Evers en la puerta de su casa.

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“Era uno de los pocos antropólogos forenses que podía entender las necesidades del sistema de justicia”, dijo el dentista forense Lowell Levine a The New York Times para el obituario de 1997 de Maples. “Podía liderar y realizar investigaciones en las que señalaba la evidencia crucial que se mostraría en el juicio”.

Maples murió de cáncer cerebral a la edad de 59 años. No tuvo la oportunidad de realizar la investigación de sus sueños, escribe David M. Herszenhorn para el Times: examinar varios esqueletos, retenidos en Europa, que eran posibles candidatos para ser los restos de Cristóbal Colón.

Fuente: Smithsonian/ Traducción: Maggie Tarlo

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