Estimado estudiante de antropología

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por ASHANTÉ REESE – Universidad de Maryland

Estimado estudiante de antropología:

Aquí estamos, cursando otro semestre. Muchos de ustedes ya están haciendo trabajo de campo o se están preparando para el trabajo de campo. Si ya están haciendo trabajo de campo, pueden estar teniendo un momento de «Qué mierda estoy haciendo». Será el primero de muchos. Si se están preparando para el trabajo de campo, pueden estar teniendo un momento de «Qué mierda se supone que debo estar haciendo». Probablemente no será el último.

Mientras escribo esto, estoy al comienzo de un nuevo proyecto de investigación y también me pregunto: ¿qué estoy haciendo? En medio de estas autorreflexiones, recibí un correo electrónico de un estudiante de doctorado que, en medio de su propio momento de Qué Mierda, envió un mensaje preguntando cómo «hacer» el trabajo de campo. Te escribo a ti en lugar de sobre ti, esperando que te sientas un poco más cómodo con la incomodidad y las contradicciones que trae el trabajo de campo. Estas son algunas de las cosas en las que estoy pensando mientras continúo refinando mis prácticas como etnógrafa.

En preparación

Es poco lo que puedes hacer para prepararte para el trabajo de campo. Sé que tomaste una clase de métodos de investigación. Y sí, por supuesto que hiciste un verano preliminar en el campo. Estas son todas las cosas buenas. Te enseñamos a hacerlas, porque te ayudan a pensar en cuestiones metodológicas y éticas. Cuando se toman en serio, también ayudan a establecer relaciones. Pero no te preparan completamente para sentimientos de aislamiento o insuficiencia; o la tristeza que puedes sentir cuando compartes con entusiasmo una investigación que otros encuentran mundana; o la realidad de que, a pesar de nuestros mejores planes, el trabajo de campo es a menudo un trabajo de improvisación, durante el cual comenzamos con un curso de acción que se dobla y cambia según los lugares y las personas con las que nos encontramos. La incomodidad, los cambios de planes, nos mantienen en el presente. Nos ayudan a ser curiosos y abiertos a estar equivocados.

Sobre la timidez

Quiero que sepas que está bien ser tímido o reacio. Cuando te enseñamos a hacer etnografía, hacemos algunas suposiciones. Una de esas suposiciones es que puedes, sin demasiada ansiedad o problemas, acercarte a extraños, sumergirte en una nueva comunidad o regresar a una comunidad que conoces. Me temo que, en nuestros mensajes, privilegiamos a los gregarios, los aptos y los lingüísticamente ágiles. Cuando entré al campo, me sorprendió que mi personalidad de etnógrafa fuera diferente de lo que pensaba que sería. Según me dicen, tengo una personalidad «extrovertida», pero soy una etnógrafa bastante tímida. Ver esa diferencia en mí misma fue frustrante, porque no podía entenderlo. Ahora sé que algo de esto nace de la ansiedad. Me preocupa molestar a las personas o ser intrusiva. Como muchos de nosotros, pienso excesivamente en las cosas. Parte de esto se debió a que al trabajar con comunidades negras, no había conciliado mis propios sentimientos acerca de estar «en», pero no «ser parte de», las comunidades con las que trabajaba. La timidez reflejaba la incomodidad en mi cuerpo. El artículo de Julianna Flinn, «Reflexiones de una etnógrafa tímida: el pie en la boca no es fatal», me ayudó a comprender que no hay nada de malo en que yo sea una etnógrafa tímida. No hay nada malo tampoco con que tú seas tímido.

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Sobre relaciones (no extractivas)

Las relaciones están en el corazón de la etnografía. Estamos tratando de descubrir cómo conocer a las personas, lo que a veces es difícil dada la naturaleza artificialmente limitada del «campo». Si bien establecemos estos límites para facilitar la investigación, la vida real de las personas no ocurre dentro de esos límites. A veces, puedes sentir que estás jugando a la rayuela, tratando de descubrir los «cómo», «por qué» y «cuándo» de la construcción de relaciones. Lo que espero para todos nosotros es que construyamos relaciones que vayan más allá de la explotación y la extracción de datos de una comunidad. Faye Harrison nos enseña que cuando somos humildes y estamos dispuestos a mostrar nuestras vulnerabilidades, podemos imaginar y practicar un tipo diferente de etnografía; un enfoque que no busca reproducir modos de pensamiento capitalistas en nuestras relaciones con los demás. Estuve casi cuatro meses haciendo trabajo de campo antes de entrevistar formalmente a alguien (ver la nota anterior sobre la timidez). Eso fue realmente útil para mí. Me impidió apresurarme y me dio tiempo para descubrir cómo quería abordar la construcción de relaciones. Cada ser y cada cosa que encontramos en el campo merece atención.

Sobre los amigos

El siguiente consejo que quiero ofrecer proviene de mi padrino: «No importa lo que hagas en esta vida, consigue algunos amigos». Enmendaría esto para decirte que consigas algunos amigos académicos. Cuando estaba en la escuela de posgrado me comprometí a mantener amigos fuera de la academia. Era, si puedo admitirlo, un poco anti amigos académicos. No quería ser esa persona que solo sale con otros académicos. Si bien todavía estoy comprometida con mis amistades no académicas, cuanto más avanzo en mi carrera, más valoro a mis amigos académicos. Entienden este mundo extraño que atravesamos y viajan junto a nosotros. Tuve una increíble cohorte de doctorado. Cuando comencé el trabajo de campo en Washington DC estábamos dispersos por todo el mundo, pero muchos de nosotros nos mantuvimos conectados (gracias a Dios por Hangouts de Google). Espero que tengas al menos una o dos personas con quienes compartir hallazgos, luchas, ideas y sueños. Si no los tienes, encuéntralos.

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En gracia

Eres un ser humano. Sí, eres investigador. Sí, estás tratando de descubrir cómo mantenerte al día con todo (notas de campo, relaciones, lectura, escritura). Pero eres una persona completa cuyas capacidades serán desafiadas durante el trabajo de campo. A veces te cansarás. Tengo una nota de los primeros meses de trabajo de campo para la tesis en la que me pregunto si quería terminar el proyecto o no, y si el trabajo de campo etnográfico era incluso ético. Hay una cosa que les digo a mis alumnos cuando enseño métodos de investigación etnográfica: puedes hacer todo lo posible para prepararte para el campo, pero es muy poco lo que puedes hacer para prepararte para el hipo que ocurrirá en el campo. Esto no es una invitación a eliminar la responsabilidad del trabajo de campo. En cambio, es una invitación a la gracia, para ti, para las personas y las cosas que encontrarás, para el proceso. Todos estamos tratando de resolver estas relaciones. No existe una hoja de ruta clara y singular.

Estoy segura de que hay mucho más que podría decirte, pero terminaré esto aquí. Espero que tengas mucha gente apoyándote. Y si ese no es el caso, debes saber que hay al menos una. Yo apuesto por ti. Resiste ahí. Contáctame en Twitter y hazme saber cómo te va.

Con respeto y admiración,

Ashanté

Fuente: AAA/ Traducción: Maggie Tarlo

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