por DANNY ROBB
En 1639, una araña tejió una tela en el telescopio de William Gascoigne y cambió la astronomía. El astrónomo inglés se dio cuenta de que si conectaba hilos similares a un micrómetro, podría medir con precisión la distancia angular entre las estrellas. La invención se volvió tan crucial para la astronomía que surgieron disputas sobre quién inventó el dispositivo, aunque finalmente una vieja carta demostró la prioridad de Gascoigne.
John Flamsteed, el primer astrónomo real, fue uno de los primeros en adoptar estos instrumentos. El historiador Richard J. Spiegel sostiene que Flamsteed y el micrómetro ayudaron a cambiar lo que significaba ser astrónomo.
El nombramiento de Flamsteed como astrónomo real se produjo cuando Giovanni Cassini estaba observando Saturno y Edmond Halley estaba escribiendo sobre los cometas. El propio Flamsteed tenía una «amarga rivalidad» con nada menos que Isaac Newton, explica Spiegel. Los astrónomos de este período, incluido Flamsteed, sentían que continuaban el trabajo de Tycho Brahe. Esto implicaba tomar medidas muy precisas, y muchas.
La observación astronómica era algo así como un arte, y la habilidad en este campo generalmente se asociaba con una vista aguda y la intuición. Pero Flamsteed creía que el telescopio y el micrómetro hacían que la vista y el juicio de un individuo fueran menos importantes. Sostenía que cada vez era más importante que el astrónomo fuera experto en el manejo y la evaluación de nuevas tecnologías. Su astrónomo ideal era un “técnico hábil” y no un “observador sabio”, escribe Spiegel.
Flamsteed dedicó mucho tiempo a aprender las complejidades de estas máquinas e instó a otros a hacer lo mismo. Cuando le pidieron que consiguiera un micrómetro para Cassini, su principal prioridad fue encontrar a alguien capaz de fabricar un tornillo de alta calidad. El tornillo controlaba el ancho entre las roscas o retículas del micrómetro, lo que lo hacía fundamental para la precisión. Además de encontrar artesanos de calidad, necesitaba evaluar su trabajo. Pasó tiempo determinando cuántas rotaciones del tornillo abrirían las retículas una pulgada. Esto se debió en parte a que valoraba la capacidad de encontrar y corregir fallas en la tecnología astronómica. Los instrumentos hechos de madera eran sensibles al clima. Las piezas hechas de metal eran pesadas y propensas al desgaste.
Flamsteed controlaba y medía meticulosamente este tipo de cambios y modificaba los instrumentos para corregirlos. En un caso, el peso de un cuadrante de dos metros hizo que la pared debajo de él se hundiera. Intentó medir la velocidad a la que se hundía para poder corregir sus mediciones astronómicas. Estaba tratando de demostrar que la observación podía convertirse en un proceso mecánico.
La mentalidad de Flamsteed no era del todo bien recibida. Halley escribió un prefacio «notoriamente peyorativo» para una edición del atlas estelar de Flamsteed, y Newton ayudó a presionar a Flamsteed para que abandonara su puesto en el Observatorio Real. Los posibles errores en el atlas de Flamsteed y las mediciones defectuosas de la paralaje estelar no ayudaron en su caso. Pero a finales del siglo XVII, según Spiegel, “el telescopio había pasado de ser un instrumento de descubrimiento a uno de medición”.
En esta perspectiva, la historia de Flamsteed es “algo así como una prehistoria” de la era posterior de la astronomía fotográfica.
Fuente: Jstor/ Traducción: Maggie Tarlo