por ALINA KLINGSMEN
No existe una sola forma de saludarse. Pero en las culturas occidentales se expandieron algunas formas en las que se requiere contacto físico, como estrecharse las manos, abrazarse o besarse. Y eso quizás pueda cambiar luego de la pandemia de Covid-19. El doctor Anthony Fauci, especialista en inmunología y uno de los referentes de la lucha contra el HIV en Estados Unidos, ahora miembro de la fuerza contra el coronavirus de la Casa Blanca, dijo que “quizás nunca volveremos a darnos la mano de nuevo”. ¿Será así?
Sharon Schweitzer es abogada, autora y experta en etiqueta internacional con sede en Austin, Texas. Capacita a ejecutivos de negocios sobre las normas de conducta en el extranjero. «Si retrocedes y miras los saludos tradicionales en todo el mundo, encontrarás muchas variaciones. La gente asiente, la gente se inclina, la gente dice ‘namaste’. Hay muchos saludos diferentes «, comentó.
Y se sabe que el contacto acarrea riesgos. Incluso antes de la pandemia. Cuando Barack Obama sucedió a George W. Bush como presidente de Estados Unidos, Bush le dio dos consejos al recién llegado. Obama los recordó en una entrevista de 2016: «El primer consejo fue que confiara en mí mismo. El segundo consejo fue que siempre usara desinfectante para manos, porque si no lo haces, vas a tener muchos resfriados, porque estás estrechando muchas manos».
Un consejo ciertamente profético, que resume los riesgos potenciales para la salud pública asociados con la costumbre. Si bien algunos médicos estarían felices de ver desaparecer el gesto, podría ser extremadamente difícil poner fin a una costumbre tan arraigada culturalmente. «Darse la mano es absolutamente uno de los principales factores de riesgo para transmitir o adquirir una infección microbiana como COVID-19», dijo Paul Pottinger, profesor de enfermedades infecciosas en la Universidad de Washington en Seattle.
Los microorganismos que causan infecciones pueden vivir en la superficie de la mano, especialmente en la palma de la mano. Cuando alguien se da la mano, esos microbios pueden transferirse de la piel de una persona a la piel de la otra, dijo Pottinger. Eso en sí mismo generalmente es inofensivo, pero la amenaza surge cuando una persona que acaba de recibir ese germen se toca la cara y permite que esos microbios entren en la boca, la nariz o los ojos. «¿Por qué arriesgarse? ¿Por qué no simplemente omitir el gesto por completo?», se preguntó Pottinger.
Y es por eso que a Pottinger y a otros les gustaría que desapareciera el gesto y esperan que la pandemia quizás cree una oportunidad para métodos alternativos más seguros de saludar a las personas. Algunos ya han comenzado a surgir. Han circulado imágenes que muestran golpes de puño como alternativa, aunque no es una forma de saludo particularmente nueva. Ahora la gente ha agregado gestos como sacudir el pie o golpearse el codo. Otros, como el médico de California Mark Sklansky, han sugerido el saludo cultural asiático de inclinarse como una alternativa, o el saludo de mano hindú námaste, que tiene unos 3500 años y sigue más que vigente. También sirve el saludo del Señor Spock en Star Trek.
«Espero que la gente reconozca eso, y creo que necesitamos colectivamente educar a la gente, acerca de por qué, incluso después de que termine esta pandemia, un apretón de manos es una muy mala idea», dijo Sklansky, jefe de cardiología pediátrica en el Hospital de Niños Mattel UCLA. «Desde el punto de vista de las enfermedades infecciosas, darse la mano es un concepto terrible. Las manos son un vector fenomenal para la enfermedad».
«Cuando extiendes tu mano, estás extendiendo una arma biológica», dice Gregory Poland, experto en enfermedades infecciosas de la Clínica Mayo, una de las instituciones de investigación médica más grandes de los Estados Unidos. «Veamos a los primates. Su forma de comunidad implica cercanía y contacto. No se dan la mano, pero tocan un brazo, acarician el pelaje, recogen el pelaje. Parece ser una forma arraigada de decir: ‘Quiero demostrar que quiero tener algún tipo de conexión contigo'».
Tiziana Casciaro, profesora de comportamiento organizacional en la Universidad de Toronto, dice que los apretones de manos son «un impulso fundamental» que los humanos tienen para establecer la confianza entre ellos, y el llamado de Fauci para poner fin a los apretones de manos se enfrenta a eso. Pero ella entiende que él está motivado por mantener a las personas seguras, y cree que después de la pandemia, muchas personas podrían echarse atrás ante un apretón de manos: «Vamos a estar conmocionados por un tiempo», dice ella.
Poland está de acuerdo: «Se necesita algo grande como esto para cambiar nuestros hábitos culturales».
El saludo ha sido estudiado por una amplia diversidad de disciplinas: la etología, lingüística y antropología, la psicología, sociología y marketing, sin olvidar la filosofía, medicina, ciencia política e historia, escribe Gonzalo Díaz Meneses, de la Universidad De Las Palmas de Gran Canaria.
Dice: “Un etólogo podría decir que nacemos, crecemos, nos saludamos y, finalmente, morimos. Por tanto, saludarse envuelve un instinto reproductivo, así como una respuesta básica y natural de autoprotección en muchas especies. En este sentido, cumple con la función de perpetuar la especie, así como evitar potenciales agresiones en la medida en que establece un contacto preliminar que muchas veces ayuda a adaptarnos a un territorio común, comparte información e inicia lo que pudiera ser una convivencia”.
Y agrega: “Con esta finalidad, diría un sociólogo, el saludo implica el registro del otro, lo que da paso al desempeño de roles y a la institucionalización de la comunidad de los que se saludan. De hecho, la respuesta del saludo implica la voluntad de mantener y cultivar la relación. Igualmente, para la antropología, saludarse es una costumbre, una conducta socialmente aceptada en una gran mayoría de civilizaciones. Similarmente, un psicólogo podría añadir que muchas veces saludarse es saludable porque genera alegría, fortalece los lazos de la comunidad y nos convierte en miembros de un grupo expresivo”.
El saludo es también una amabilidad. Lo que estamos aprendiendo es quizás nuevas formas ser amables.