Por qué el sexo humano no es binario

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por AGUSTÍN FUENTES – Universidad de Princeton  

Están aquellos —políticos, expertos e incluso algunos científicos— que sostienen que si nuestros cuerpos producen óvulos o espermatozoides es todo lo que necesitamos saber sobre el sexo. Afirman que los hombres y las mujeres se definen por la producción de estos gametos, lo que los convierte en un par binario biológico distinto, y que nuestros derechos legales y posibilidades sociales deberían surgir de esta división. Los hombres son hombres. Las mujeres son mujeres. Simple.

Las audiencias de confirmación de la Corte Suprema del año pasado fueron anfitrionas de esta disputa cuando representantes republicanos del Congreso, molestos por la negativa de la candidata a definir «mujer», se encargaron de definir el término; se les ocurrió «el sexo débil», «una madre» y «sin pito». Que el sexo humano se basa en un binario biológico de producción de esperma u óvulos subyace a todas estas afirmaciones.

Esto es mala ciencia. La producción de gametos no describe suficientemente la biología sexual en los animales, ni es la definición de una mujer o un hombre.

El reino animal no se limita a un solo binario biológico con respecto a cómo una especie produce gametos. Científicamente hablando, los animales con la capacidad de producir óvulos generalmente se denominan «hembra» y los productores de esperma «macho». Si bien la mayoría de las especies animales caen en el modelo de «dos tipos de gametos producidos por dos versiones del tracto reproductivo», muchas no lo hacen. Algunos gusanos producen ambos. Algunos peces comienzan a producir un tipo y luego cambian a otro, y algunos cambian de un lado a otro a lo largo de sus vidas. Incluso hay lagartos que han eliminado un tipo por completo. Entre nuestros compañeros mamíferos, que son menos libres debido a las limitaciones gemelas de la lactancia y el nacimiento, existen diversas conexiones entre los gametos y la grasa corporal, el tamaño corporal, los músculos, el metabolismo, la función cerebral y mucho más.

Si bien los espermatozoides y los óvulos son importantes, no son la totalidad de la biología y no nos dicen todo lo que necesitamos saber sobre el sexo, especialmente el sexo humano.

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Permítanme ser claro: no estoy argumentando que las diferencias en la biología sexual no importen. Sí importan. Tampoco estoy afirmando que la fisiología reproductiva no sea un aspecto importante de todas las vidas animales. Por ejemplo, los humanos son mamíferos, y las especificidades de la gestación y la lactancia requieren diferencias corporales que dan forma a las fisiologías, sociedades y experiencias humanas. Pero aun así, la mayoría de los sistemas corporales se superponen ampliamente entre los productores de gametos grandes (óvulos) y pequeños (espermatozoides), y los patrones de fisiología y comportamiento en relación con el nacimiento y el cuidado de la descendencia no son universales en todas las especies. Por ejemplo, en muchas especies de mamíferos, los productores de óvulos se encargan de la mayor parte del cuidado de los bebés. Pero en algunas especies, se encargan los productores de esperma, y en muy pocas especies incluso lactan. En otras existe una inversión sustancial por parte de ambos sexos.

La conclusión es que, si bien los gametos animales pueden describirse como binarios (de dos tipos distintos), los sistemas fisiológicos, los comportamientos y los individuos que los producen no lo son. Esta realidad de la biología sexual está bien resumida por un grupo de biólogos que recientemente escribió: “La confianza en categorías binarias estrictas de sexo no logra capturar con precisión la naturaleza diversa y matizada del sexo”.

Sabemos que los humanos exhiben una variedad de patrones biológicos y de comportamiento relacionados con la biología sexual que se superponen y divergen. Producir óvulos o espermatozoides no nos dice todo (o incluso la mayoría de las cosas) biológica o socialmente, sobre la capacidad de un individuo para cuidar a los niños, las tendencias hogareñas, las atracciones sexuales, el interés por la literatura, las capacidades de ingeniería y matemáticas o las tendencias hacia el chisme, la violencia, la compasión, el sentido de la identidad, o amor y competencia por los deportes. Los gametos y la fisiología de la producción de gametos, por sí mismos, son solo una parte de la totalidad de la vida humana. Numerosos datos y análisis respaldan las afirmaciones de que el sexo es muy complejo en los humanos y que las explicaciones binarias y simplistas de la biología sexual humana son totalmente incorrectas o sustancialmente incompletas.

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Para los humanos, el sexo es dinámico, biológico, cultural y está enredado en ciclos de retroalimentación con nuestros entornos, ecologías y múltiples procesos fisiológicos y sociales.

Entonces, cuando alguien afirma que “el sexo de un organismo se define por el tipo de gameto (esperma u óvulo) que tiene la función de producir” y argumenta que la política legal y social debe estar “arraigada en las propiedades de los cuerpos”, en realidad no está hablando sobre gametos y biología sexual. Están abogando por una definición política específica y discriminatoria de lo que es «natural» y «correcto» para los humanos basada en una representación falsa de la biología. En los últimos siglos, este proceso de tergiversación de la biología se usó, y todavía se usa, para negar los derechos de las mujeres y justificar la misoginia y la inequidad legal y social, para justificar la esclavitud, la racialización, el racismo y para imponer múltiples formas de discriminación y prejuicio. Hoy en día, se están implementando atribuciones deshonestas de lo que es la biología para restringir la autonomía corporal de las mujeres, apuntar ampliamente a las personas LGBTQIA+ y, más recientemente, atacar los derechos de las personas transexuales y transgénero.

Dado lo que sabemos sobre la biología de los animales y los humanos, los esfuerzos por representar el sexo humano como binario basándose únicamente en los gametos que uno produce no tienen que ver con la biología, sino con tratar de restringir quién cuenta como humano completo en la sociedad.

Fuente: SA/ Traducción: Mara Taylor

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