por JIEUN CHO – Universidad Duke
En Japón, la energía nuclear es cosa de niños. Los niños no sólo aprenden sobre ello a través de los libros de texto, sino que también se les invita a jugar activamente con eso. Crecen rodeados del anime y el manga de Astro Boy, dibujan carteles y elaboran lemas para celebrar el día nacional de la energía nuclear en la escuela y juegan juegos de mesa para construir rápidamente y hacer funcionar reactores de forma segura en escenarios de emergencia. La energía nuclear existe con y a través de ellos todo el tiempo, cambiando de forma desde figuras de plástico, tareas, artículos de papelería y regalos de cumpleaños. Hacer que la energía nuclear sea “amigable” para los niños, o lo suficientemente amigable “para que incluso un niño la entienda”, es el objetivo de las campañas y anuncios de relaciones públicas. En este mundo divertido, lindo y alegre, materiales de otro mundo como el plutonio (del combustible gastado) o el tritio (del agua contaminada) se transforman en “Pluto-Kun” y “Mr. Tritio”, para que los niños se hagan amigos.
Después del desastre de Fukushima, se anima constantemente a los niños a participar en juegos con objetos nucleares. Se aventuran afuera para probar los contadores Geiger en la clase de ciencias, jugar pelota en campos de fútbol en ciudades reabiertas que antes eran áreas prohibidas, cultivar arroz con las mangas arremangadas para recibir lecciones de sostenibilidad agrícola (forchisanchishō, “producción local y consumo local”), ponerse de puntillas para estudiar minuciosamente una cámara de niebla (un detector de partículas que visualiza los movimientos de la radiación ionizante), o controladores de ondas para “captar” radiación en un centro de educación ambiental, lleno de escolares que realizan excursiones desde su apertura. A menudo regresan a casa con más cosas con las que jugar, incluidas pegatinas, cuadernos de bocetos, caramelos e insignias decoradas con los personajes de una bombilla, un reactor o un átomo. La amistad importa más que las lecciones.
La mayoría de las veces, no está del todo claro cuán “nucleares” son estas cosas o actividades. Y por esa razón, para los antropólogos, es bueno jugar con ellas.
Fuente: AAA/ Traducción: Horacio Shawn-Pérez